Monday, January 14, 2008

Fernando de Szyszlo: Laberintos de color, luz y sombra


Ricardo Camarena

(La Opinión, 21 de febrero de 2000)

“Introducirse en mi obra debe ser con una actitud en general, considerando que la pintura es un lenguaje, sin tratar de encontrar palabras que equivalgan a las imágenes, sino tomarlos como formas, colores, luces y sombras”, dijo el artista peruano Fernando de Szyszlo, que expone actualmente parte de su obra en el Museo Latinoamericano de Arte de Long Beach.

“Por ejemplo, la maravilla de la pintura del Renacimiento nos hizo identificarla con sus temas; porque sus artistas usaban temas para expresarse. Podíamos comparar la pintura con la música, y la pintura figurativa con descripción de la Naturaleza se parecería en ese caso a las óperas, en que uno identifica un argumento y la música viene casi clandestinamente. La gente sigue el argumento y recibe la música casi sin darse cuenta. Igual pasa con la pintura figurativa: había un tema que la gente seguía, y recibía la maravilla del arte casi inconscientemente”, explicó en entrevista en las salas del propio museo.

“La pintura moderna le quitó el tema y confrontó a la gente con su propio lenguaje; hablo del lenguaje de esta pintura semiabstracta. Si uno no lo siente como color y forma, no hay otra forma de sentirlo. Viene a cuento la vieja anécdota de Henri Matisse. Una señora le dijo: ‘Señor Matisse, no entiendo sus cuadros’. Matisse le respondió: ‘¿A usted le gustan las ostras? Al contestarle ella que sí, le volvió a preguntar: ‘¿Y le entiende usted a las ostras?’ No hay nada entonces que entender, sino experimentar. Igual pasa con mi pintura y con la música”, comentó ante las más de 40 obras en exhibición.

Respecto de la proporción de su obra expuesta en este museo, Szyszlo dijo que “es una antología de lo que he hecho en los últimos 35 años; hay ejemplos de cuadros de diferentes épocas. En general, el camino de la búsqueda estética ha sido siempre el mismo; siempre estar buscando una pintura que tuviera misterio, que tuviera significado profundo. No ha querido ser ni decorativa ni divertida. Es una pintura más bien ‘pesada’, ‘cargada’ de densidad”.

Para entender la obra de Szyszlo, se requiere, según el propio artista, “dividir en dos grandes sectores esta obra: uno que es la serie de alusiones al paisaje, a los espacios abiertos; alusiones que tienen mucho que ver con el paisaje del desierto peruano adonde pasé mi infancia. Es el sur del Perú, un mundo desolado, casi lunar, en el que no hay sino arena, cielo y mar”.

“La otra parte”, prosiguió, “sucede en recintos, en espacios cerrados, en los que puede haber puertas o escaleras, siempre en un espacio cerrado. Esos cuadros interiores buscan más el espíritu de lo sagrado, de lo oculto; el sitio donde se hacen sacrificios, que mucho tiene que ver con el erotismo. Es decir, siempre he creído que muchos de los sitios tienen mesas que son en realidad camas o altares de sacrificio. Allí se realizan funciones tan sagradas como comer, hacer el amor y entrar en contacto con fuerzas diferentes de las materiales”.

Sobre la significación particular del nombre de la exposición, Szyszlo en su laberinto, el artista precisó que “es referente a un texto que Mario Vargas Llosa escribió sobre mi pintura, que se llamaba así. En realidad el laberinto es el intento de buscar en el mundo de las formas un significado más profundo, no un carácter decorativo”.

Con las pupilas bien abiertas, se advierte en los cuadros la contrastante viveza, violenta casi, de los colores ígneos y solferinos ante los tonos ocres y de la tierra: “Son cuadros de una serie que se llama Mar de Lurín, una playa al sur de Lima, lugar en el que mi esposa y yo pasamos largas temporadas. Hice muchísimos cuadros entonces; éstos en la exposición son tan sólo algunos de ellos. Otra serie es la llamada ‘Camino a Mendieta’, que es el camino a una playa en Paracas, al sur del Perú, de donde viene toda esa cultura ancestral, de hace dos mil años. Sus pobladores hicieron unos textiles maravillosos y habitaron todo ese desierto, adonde queda la línea de Nazca, también”.

La obra de Szyszlo es resguardada tanto en el Museo Guggenheim de Nueva York, como en el Museo de las Américas de Washington, D.C.; también en el Museo de Bellas Artes de Texas, y en el Museo de Miami, y en el Museo de Arte Moderno de México. También está albergada en el Museo de Arte Moderno de Monterrey y el de Caracas, Bogotá y Cali. “Un poco por toda América Latina”, expresó el artista.

“Yo siempre he sido muy ferviente impulsor de la unidad latinoamericana; que nuestro futuro está vinculado al hecho de formar un mercado artístico que tuviera presencia internacional, para que pudiéramos defender el precio de las cosas que producimos”, declaró quien también realiza obras escultóricas y grabados.

Parte de esta exposición, explicó, hizo una gira por el Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile, el de Lima, el de Bogotá, de México. De allí pasó al Museo de Ponce, en Puerto Rico, y al de Las Américas, ya mencionado.

“Pero la hemos completado con algunos cuadros recientes, hechos el año pasado”, expresó quien reconoce la amistad e influencia en su obra por parte del pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, a quien conoció en París en 1949 y a quien frecuentó hasta poco antes de su muerte.

“Inclusive, tuve exposiciones en el Museo Tamayo de México. Su influencia es definitiva; claro, aparte de la de la obra universal de Rembrandt, por ejemplo”, añadió el artista nacido en Lima en 1925.

“La particularidad de esta exposición es que todos sus cuadros están hechos en acrílico; antes pinté óleo, pero el óleo no se ajustaba a mi manera de pintar. Porque pinto por veladuras, y para ello las capas de pintura tienen que secar. En óleo eso puede tomar meses; sobre todo en un clima húmedo como el de Lima, que es adonde radico la mayor parte del tiempo. Por cierto, dos meses del verano y dos del otoño radico con mi familia en Nueva York”, concluyó el autor de por lo menos 2, 500 obras.

Szyszlo en su laberinto: Pinturas de un Maestro Peruano es una exposición indivual que permanecerá hasta el 30 de abril de 2000 en el Museo Latinoamericano de Arte de Long Beach, en el 628 Alamitos Avenue, de martes a sábado, de 11:30 a.m. a 7:30 p.m. Adultos, $6; menores de 12 años entran gratis. (562) 437-1689.

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