Tuesday, January 15, 2008

Gonzalo Cienfuegos: Arte conectado a la tradición


Ricardo Camarena

(La Opinión, 1 de febrero de 1999)

La pintura del artista chileno Gonzalo Cienfuegos tiene, junto con su pertinencia, la categoría del homenaje: a Vincent Van Gogh, a Giorgio DiChirico, a Rene Magritte, y, en lo contemporáneo, mantiene sutiles vasos comunicantes con la pintura del colombiano Fernando Botero.

Sin embargo, Cienfuegos ha logrado plasmar en su obra un muy particular universo onírico; una galería de cuadros familiares, de personajes aburguesados, con mirada lánguida y casi caricaturesca, a veces enigmática; de placidez en los rostros, afines al de la famosa musa renacentista de Leonardo DaVinci. No en balde otro artista del Renacimiento italiano, Sandro Boticelli, aparece referido pictóricamente en la obra de Cienfuegos.

Los planos y la perspectiva, inspirados en gran parte por el juego del espejo del cuadro Las meninas, de Diego Velázquez, en exteriores de colores brillantes que contrastan con los ocres de los interiores, otorgan una profundidad que obliga al espectador a olvidarse de una vez por todas de las dos dimensiones, para entrar en cuartos sombríos de luminosas vistas enmarcadas por la naturalidad y la sencillez de una ventana liberadora y evasora a la vez.

Como los sueños, precisamente.

Sin embargo, el artista reconoce y proyecta en su obra la presencia de la tradición pictórica que lo nutre, y a la que da cabida en las composiciones que lo mantienen vinculado al arte figurativo, a Francisco Goya, a Jan Van Eyck.


“No puedo dejar de reconocerlo: la primera llamarada de entusiasmo por la pintura, por los colores y los materiales fue a través de un libro de la obra de Vincent Van Gogh”, comentó por principio.

Por feliz coincidencia, una muestra pictórica de este autor vanguardista holandés –cuyos trigales y autorretrato aparecen en la obra de Cienfuegos– se lleva a cabo en el Museo de Arte del Condado de Los Angeles.

Entrevistado en la espaciosa sala central del Museo de Arte Latinoamericano de Long Beach, adonde se ha montado la exposición de su obra intitulada El mundo de Gonzalo Cienfuegos: Dos décadas de pintura, el también acuarelista y escultor santiaguino comentó que ha recorrido países no sólo exhibiendo su obra sino también residiendo en ellos.

Es el caso de México, adonde vivió de 1970 a 1974; expresó que “mi conexión pictórica es con la tradición de la historia de la pintura europea, en el sentido de entender mi vinculación con ella desde niño, a través de reproducciones y con un bagaje cultural típico del Cono Sur, producto de una colonización europea; muy ecléctico”.

“En Chile, no hay una cultura precolombina predominante, fuerte, como en el caso de México o el Perú. Entonces, mi pintura se nutre mucho más de lo que emerge de la Colonia”, agregó el artista de 50 años de edad.

Respecto de la génesis de su quehacer pictórico, indicó: “Yo aparezco en la escena artística como un producto de ese espíritu, digamos colonial, con un pie en Europa y otro en esa especie de isla, como describen a Chile, país rodeado de montañas, de desiertos y océano. O sea, muy aislado”.

“Desde allí trato de construir un mundo iconográfico producto de los sueños, los recuerdos y la experiencia vital que viene con ese mundo”, prosiguió. “Ya después, eso se materializa con mi contacto directo con las obras y va alimentándose por otras fuentes, que son las que van enriqueciendo los motivos y los elementos de estos cuadros expuestos”.

En su concepto, dijo que la suya “es una pintura postmodernista; no pretende establecer un nuevo código o una cultura nueva en materia de arte, sino más bien conectarse a la tradición, pero con toda la experiencia de la modernidad, con toda la experiencia de la actitud, de la libertad. Esto, simultáneamente con la tradición”.

Acerca de la conjunción de 45 lienzos de su obra realizada entre 1980 y 1999 para esta magna exposición –en parte con importantes adquisiciones del museo, en parte con otras de coleccionistas privados como la galería Tomás Andreu, más las aportaciones del propio artista– Cienfuegos explicó que “esta muestra surge de una invitación del museo, a partir de la compra de algunos cuadros tras las exposición que hice en Nueva York y Miami el año pasado. Hubo interés por mi trabajo, y resultó que yo estaba también con la idea de hacer exposiciones individuales, no comerciales, desde entonces, porque llevaba ya mucho tiempo mostrando mi labor en galerías comerciales”.

“A ello se aunó una retrospectiva de 30 años de trabajo agrupada en el Museo Santiaguino de Arte, lo que le permitió una proyección de conjunto a mi obra”.

Acerca de la presencia en este país de esta suma pictórica, Cienfuegos dijo que “había visitado California como turista anteriormente, pero ésta es mi primera visita como artista, un poco a ciegas, en la costa oeste; a su vez, ésta es la primera exhibición individual que agrupa mucha de mi obra reciente”.

“Para mí ha sido una sorpresa, pues no sabía de este museo de Long Beach. Estoy muy satisfecho con el trabajo de Cynthia McMullin, la curadora de este recinto, que es espléndido para la dimensión de mi obra (los cuadros, en promedio, son de 55x62 pulgadas).

“Aunque he de confesar que he tenido siempre la inquietud de trabajar en lienzos y superficies más grandes”, reconoció el artista chileno.

“Celebro mucho la iniciativa de Robert Gumbiner, fundador de este museo, y de su equipo de trabajo y administración, porque es un espacio importante, sobre todo por ser exclusivo para el arte latinoamericano.veo por allí algún cuadro de Botero, de Francisco Toledo, de José Luis Cuevas”.

Al abundar en este tópico, indicó: “Aunque, en lo particular, no hallo razón alguna para que el arte latinoamericano deje de tener universalidad, sólo por afán clasificatorio. Ha sido siempre protagonista de la historia universal del arte; con Matta, con Botero o Tamayo, por señalar algunos”, comentó Cienfuegos finalmente.

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