Saturday, March 15, 2008

Javier Álvarez-Palomar: promoción y resencia del arte mexicano en California


Ricardo Camarena

(La Opinión, 12 de junio de 1997)

Cuatro exponentes del arte contemporáneo mexicano se han dado cita en Laguna Beach, en la exposición Cuatro maestros mexicanos, que permanecerá abierta en la Galería Alvarez hasta finales de este mes.

Entrevistado telefónicamente, Javier Alvarez-Palomar, artista y promotor de esta exposición, señaló que “la galería de hecho estaba funcionando con la exposición de mi propio trabajo. Pero ahora, con una nueva ubicación, recomienza sus labores en pro del arte mexicano dentro de los Estados Unidos”.

“La nueva ubicación me puso en otra posición ante el arte, que en las zonas continuas a mi galería se conoce como fine art, y el otro es comercial. Entonces, por acá sólo había uno de los pocos latinos de Laguna Beach que se ha dedicado a promover el arte hispano, mexicano, chicano o como usted le quiera llamar”, repuso.

Pero habría que hacer alguna reconsideración sobre el término para definir al arte huésped no anglosajón. “Mirando eso me decidí a darle cabida a todo el arte que representa la raza de uno”.

“En mi caso, aprendí a pintar solo, de manera autodidacta, en México. Ya aquí entré a la universidad de Long Beach para estudiar pintura. Aquí fue donde tomé la dirección de mi obra”, comenta Álvarez.

“Mi estilo es realista. Pinto y dibujo la figura, y también hago escultura. Entonces, en el dibujo tengo dos estilos; es realista en el sentido de tradicional, clásico, semejante a la técnica italiana. Es del tipo de imágenes que se aproximan a la obra de (Francisco) Zúñiga. Pero yo no he tenido ninguna influencia de los artistas mexicanos aquí, porque, cuando uno se comienza a formar solo, ya trae ‘su manera’’’.

Álvarez explica que la idea de la exposición surgió “porque yo conocía a alguno de los artistas, a Artemio Sepúlveda. Tenía yo años de conocerlo. Miraba su obra y nada más; es decir, sabía de su trabajo. Entonces, cuando me decidí a hacer esta exposición, resultó que una vez fui con un amigo que nos invitó a una fiesta en la cual estaban Ismael Guardado, Vladimir (Cora), y dos o tres pintores más”.

Según Álvarez, de ahí surgió la idea de planear la exhibición, a enfocar la dirección de la galería: “El arte que estoy tratando de promover es el que quizá no se pueda saber si es mexicano o italiano o francés. Se pretende promover el arte bajo cualquier temática, lo más universal, pero hecho por hispanos”.

Álvarez dio un pormenor de la recepción que se dio a la exposición entre el público de Laguna Beach, y que contó con la presencia de los cuatro artistas. “Recepción exitosa, a la que concurrió público anglosajón en su mayoría”, según comenta el propio galerista. “Lo importante es que se dieran cuenta de que el arte que tenemos aquí es representativo”.

Señala por otro lado que “la idea es fijar en los asistentes la idea de que la galería es un recinto para el arte hispano, pero de calidad, ya maduro, de trabajos y tratamientos universales de los temas. Porque ya hay autores de obra consistente, bien cotizada, y de reconocimiento por la crítica de arte”.

La labor meritoria de Álvarez es que, hasta el momento, sin patronatos ni soporte económico de instituciones de cultura, se ha dedicado a esta labor de proyección del arte latino.

“Aunque esta mañana llegó a la galería una señora mexicana, recién mudada a la laguna, que se dedica a trabajar lo que sería en inglés proposser para instituciones, y se ve muy interesada en obtener el apoyo necesario para esta actividad de la galería, de contribuir ‘un poquito’. ‘Bueno’, le digo, ‘aquí estamos’...”, dice riendo el pintor y galerista mexicano.

Álvarez pormenoriza la obra de los otros tres maestros mexicanos: “Ismael Guardado, originario de Zacatecas, trabaja óleos sobre papel con pincel y espátula; una obra colorida y más bien abstracta, no tan figurativa. En la exposición presenta obra pequeña, pero Ismael tiene en su haber murales”.

“Vladimir Cora, nacido en Acaponeta, Nayarit, presenta unos dibujos en blanco y negro y en color. Sus tema son series; mujeres, cabezas, retratos, sillas y bodegones con fruta de su región natal. Tiende a ser más abstracto, aunque se basa en la figura”.

“Artemio Sepúlveda, de Nuevo León, está trabajando tres series. Una, que es Tijuana de mis amores, referida a las prostitutas... de allá. Es un estilo expresivo, expresionista. Tiene otra, que se llama El Artista, y una muestra de desnudos que ha desarrollado desde hace 10, quizá 15 años, viene desarrollando”.

“Y yo, tengo dos series: La Mujer de América, en la que doy cabida a la mujer portando los trajes típicos del continente, en su mezcla de culturas. Es pintura al óleo, realista, de colores brillantes, que tanto puede ser de Jamaica como de México. La otra serie es de temas oníricos, donde el universo de sueños me produce imágenes que plasmo en mi obra”. dice finalmente este entusiasta impulsor del arte mexicano en California.

The Alvarez Gallery está ubicada en el 1590 South Coast Highway, Laguna Beach. Tel. (714) 494-6419. La exposición permanecerá abierta hasta el 30 de junio.

Thursday, March 6, 2008

Los rumbos de la pintura latinoamericana



Ricardo Camarena

(La Opinión, 23 de noviembre de 1997)

La muestra Nuevos Mundos: Selecciones del Museo de Arte de Las Américas permite al publico angelino una aproximación a trabajos pictóricos de arte figurativo y abstracto que reflejan las diversas tendencias de los autores latinoamericanos en las últimas décadas.

La exposición, montada por el Museo Latinoamericano de Arte ubicado en Long Beach con el apoyo de la OEA y el Museo de Arte de las Américas, agrupa desde el 6 de septiembre y hasta el 23 de noviembre de 1997 los 35 trabajos de igual número de artistas de 20 países.

La entrada a la sala de exhibición recibe al espectador con la gran Banana (1971), un óleo sobre tela del brasileño Antonio Henrique Amaral en donde el amarillo se diluye en la penumbra. No así otro intenso amarillo, que estalla en el retablo inspirado en el arte popular Lindoneia (sin fecha), cuadro de técnica mixta del también brasileño Rubens Gerchman.

Al fondo de la galería de arte abstracto un tercer trabajo del Brasil, Roxo (1968) óleo sobre tela de Tomie Ohtake, artista de origen japonés, simplifica el abstracto en un amorfo manchón púrpura, en el que la vista se pierde en la profundidad e imposibilita todo contacto con referentes concretos.

Aun cuando el curador John Coppola, que seleccionó las 35 obras, ha dispuesto en dos galerías dentro de la misma sala la exposición, la de arte figurativo y la de arte abstracto, el espectador puede transitar de inmediato a la complejidad de Las Verdaderas Damas de Aviñón: Serie del Homenaje a Picasso (1973), clásico trabajo a tinta sobre papel del mexicano José Luis Cuevas que mucho debe a las caricaturas expresionistas del artista alemán George Grosz.

Contiguo a la obra de Cuevas, aparece a la mesa un fellinesco El glotón (1958), óleo sobre tela del mexicano Alberto Gironella.

En seguida, pueden apreciarse el fondo almendrado del Uromelo fósil (1964), del argentino Víctor Chab, y las tres rollizas siluetas femeninas sin rostro de Woman about to Return (1972), óleo sobre tela del artista nicaragüense Armando Morales.

Regionalismos aparte, el colorido Guerrero (1990) del artista hondureño Julio Visquerra es de una intensidad impresionante, en la que la aglomeración de frutos que forman el busto del personaje intensifica su calor y color tropical.

De tinte surrealista, el Invierno (1972) del pintor argentino Carlos Liberti, muestra en la disposición de las siluetas híbridas entre lo figurativo y lo abstracto, informes sobre el piso geométrico con un horizonte desolado y a la vez radiante detrás de ellas, la gran deuda primero con El Bosco, quizá con Giorgio DiChirico (Las musas inquietas), sobre todo con el español universal Salvador Dalí, y finalmente hay el paralelismo con las pintoras mexicanas Remedios Varo y Leonora Carrington.

Impone a la vista un óleo metonímico que presenta una versión en tonos ocres de Las Tres Gracias (1975), del cubano Agustín Fernández. De Cuba también, la sugestiva El cabalgar de la Noche (sin fecha) de Rafael Soriano, es un óleo sobre tela en donde la mirada del espectador se mece en la profundidad sugerente del azul que ondula.

Contrastante, el bonachón y regordeto Niño con paraguas (1964), de Enrique Grau, es casi un acto de humor, del mismo que parecieran tener los personajes obesos de su compatriota Fernando Botero.

De Sudamérica también, Oswaldo Guayasamín con su delicada Madre y Niño (1955) lápiz y tinta sobre papel, da presencia a la pintura ecuatoriana en esta exposición, junto con el Precolombino, técnica mixta de Aníbal Villacis, sin fechar.

Etéreo, el gran Icaro (1966) del artista paraguayo Carlos Colombino ondula y llega al corazón de la madera. El laborioso bajorrelieve de 160x160 cms. sugiere la alada y mítica figura en el tratamiento casi casual, pero compacto, de las distintas placas de madera.

El espacio en esta exposición para el arte kinético lo ocupa el venezolano Carlos Cruz-Díez, con su Physiochrome No. 965 (1978), en donde la luz y la perspectiva hacen emerger y desaparecer simultáneamente los colores y las formas geométricas, el brillo y la penumbra.

Y así, la obra sin título del boliviano Enrique Arnal, las de Claudio Bravo y mario Toral, de Chile, la litografía Enigmatic Eye (1969) del guatemalteco Rodolfo Abularach, la Rural Scene (1976) en dos planos del uruguayo Jorge Damiani o el Carnaval (1987) del puertorriqueño Luis Hernández Cruz, no son sino un derrotero del arte pictórico latinoamericano.

Esta muestra es un loable esfuerzo por representar dicho tránsito del arte contemporáneo continental en su totalidad, y permite detenerse a través de las obras en contextos e imágenes que, con todo, no dejan de comulgar en la búsqueda estética de la universalidad.